jueves, 16 de marzo de 2017

Hindi Zahra

Sala BARTS, Barcelona

Hay experiencias musicales que te dejan indiferente, otras en las que, a pesar de que todo sea casi perfecto, hay algún tipo de "pero" o momento que no está a la altura de las circunstancias. Pero, sin embargo y, por suerte, hay otros, pocos, muy pocos, que son sencillamente sublimes, perfectos de principio a fin, sin ninguna nota, literal o metafóricamente, discordante. Un 10. Un 11 si hace falta dejarlo más claro aún. 

Una de esas canciones recomendadas en función de los gustos de los usuarios en una lista de reproducción semanal de una conocida aplicación musical me descubrió a Hindi Zahra hace un año aproximadamente. Una voz con fuerza, con toques de jazz y blues, de años veinte y cincuenta, de locales con olor a incienso, shisha y luces rojizas. Acompañada por una música con un entramado de influencias difícil de enumerar sin dejar ninguna de lado y sin olvidar ningún lugar en un viaje musical por el mundo. Desde 2009 este conjunto de voz y música acumula una colección de tres álbumes de estudio plagados de momentos interesantes. 

Y ahí estaba yo hoy, en la sala BARTS, una de las salas con mejor acústica de Barcelona, un año después de descubrirla gracias al uno de los principales mecanismos del mundo: el azar. Puntualmente, acompañada de una banda de músicos profesionales y cercanos, destacando el percusionista y todos sus recursos sonoros, del vacío de un escenario íntimamente iluminado, aparece ella con un semblante de mujer fuerte, delicada e intensa que confirmará con creces a lo largo de las dos horas y cuarto siguientes. 

Momentos de pelos de punta uno tras otro, entre delicadezas, intervalos de todas esas influencias y catarsis musicales con toda la sala de pie entre el éxtasis y la hipnosis contagiándose del mismo estado de ella sobre el escenario. Confirmando, con un baile tribal, por si no estuviera suficientemente claro o por si no fuera suficientemente obvio, que la música despierta instintos primarios en los seres humanos. Que desde tiempos inmemoriales es una contrastada fuerza que conecta directamente con sensaciones y sustancias endógenas adictivas. Con un largo y heterogéneo historial de momentos musicales a mis espaldas puedo asegurar que no he vivido muchos como este. Cuando canciones que has escuchado relativamente poco, o nunca, te hacen emocionarte es que esas frecuencias están tocando los recovecos más profundos de tu alma sin ningún tipo de condicionamiento por haberlas escuchado con anterioridad o tenerles un subjetivo cariño especial. 

Es una pena que a la fuerza sobrenatural de esta chica y la banda que la acompaña no le hagan justicia grabaciones de poca calidad en audios de teléfonos móviles o cámaras digitales y que sus discos, a pesar de ser muy buenos, tampoco transmitan esta sensación. A cualquiera que fuera capaz de repetir esa afirmación categórica de "no entiendo esto de ir a conciertos, oyes el disco y ya está" lo llevaría a un concierto como este.

Y con toda la sala de pie, después de un aplauso infinito, sola en el escenario, a capella y junto con todas las voces de un público también de sobresaliente, se despide con un guiño a Bob Marley de apenas diez segundos: "[...] let's get together and feel alright". Y sí, la música, es tanto o tan poco como eso. Gracias Hindi. 

3 comentarios:

  1. Me gusta... estoy tratando de recobrar a los bloggeros que alguna vez seguí. Veo que este lo tienes activo. Ya me daré mis vueltas.
    Saludos!

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  2. Por cierto, cómo me puedo suscribir al blog??

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  3. Gracias por la visita! De momento, no tengo las suscripciones habilitadas, aún hay mucho que hacer aquí :)

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