sábado, 3 de marzo de 2018

Maria Arnal i Marcel Bagés

Teatro Tívoli, Barcelona

Entradas agotadas. Colas a izquierda y derecha de las puertas del teatro Tívoli a apenas cinco minutos de la hora prevista del inicio del concierto. Siempre impresiona ver un teatro lleno. Unos quince minutos más tarde de las nueve de la noche se apagan las luces y el telón rojo se retira. En el escenario, sobre un fondo blanco que irá reflejando distintas luces de colores a lo largo de la noche, aparece Maria en el centro, en una silla de madera y Marcel a su izquierda. Aparecen como dos siluetas con un fondo rojizo al mismo tiempo que "45 cerebros y 1 corazón" da comienzo al concierto y nos prepara para el espectáculo íntimo e intenso que está por venir. 

El aplauso cálido y emocionado al acabar el primer tema se repetirá a lo largo de la hora y media que durará su despliegue de calidad musical. Maria explica el origen de esta canción que da título a su primer disco: balas de fusilamientos franquistas crearon agujeros en cuarenta y cinco cerebros por los que se filtró el agua durante ochenta años permitiendo conservarlos prácticamente intactos. Junto a los cuarenta y cinco cerebros también se encontró un corazón conservado, sorprendentemente y sin apenas precedentes, de forma natural. Estos restos aparecieron en una fosa en La Pedraja (Burgos) en un hecho de tantos otros que invita a reflexionar, a rascar la memoria, a buscar debajo de lápidas, tierras y alfombras. Un hecho que, a pesar de la desgracia, ha tenido como resultado la inspiración para la música, letras y fuerza hipnótica de este disco. 

Las metáforas y simbolismos del hallazgo de esos cuarenta y cinco cerebros y un corazón, la memoria en todas sus formas, sentimientos universales y pinceladas reivindicativas y de crítica social son algunos de sus hilos argumentales. Pero lo verdaderamente interesante de la poesía y la música, tanto la original de Maria como la prestada de otros como Joan Brossa, Ovidi Montllor, Hector Arnau o Vicent Andrés Estellés, es que admita y consiga la libertad de escucha e interpretación de cada persona para crear su propio imaginario. 

A lo largo de la noche aparecieron una a una todas las canciones de su primer álbum junto con las de su EP "Verbena". Interpretaron también dos temas inéditos: una versión de "Miénteme" del Niño de Elche y una nueva canción, "Big Data", que describe un mundo conocido en el que los datos, tal y como reza la letra, "serán nuestros fósiles" y que, además, crea muy buenas expectativas en su próximo disco. 

Juegos de luces oscilando entre colores cálidos y fríos, sombras e intervalos de luz y oscuridad. Sombras en movimiento en el fondo creando un efecto de figuras etéreas y sirviendo de acompañamiento inmejorable a la voz y las guitarras. Conexión con el público que aplaudió cada tema con emoción aunque arrancándose sólo a cantar los coros de "Canción Total" por petición de Maria. Aplausos que reclaman y consiguen dos bises. Todo el teatro en pie al finalizar el concierto. Se cierra el telón, se encienden las luces y suena "Stars" de Nina Simone mientras la gente abandona sus asientos. 

Un gran concierto, sin duda. Uno de esos conciertos en los que el salto cualitativo entre el sonido del disco y el directo es tan grande que te hace sentirte afortunado de haber vivido un momento irrepetible. Hay un abismo entre las sensaciones que transmiten estas canciones grabadas en estudio y las que evocan escuchadas en directo y poder construir ese abismo no está al alcance de cualquiera. En directo, la fuerza de la combinación de la voz de Maria y la guitarra de Marcel -y David Soler en varios temas- atraviesa la piel, atraviesa el cerebro y el corazón como balas figuradas que abren surcos inolvidables en la memoria musical.